Navidades y familia
Para muchos la navidad es una fecha que marca distintos momentos. Algunos de esos momentos pueden ser recuerdos agradables, lindos, de tristeza o momentos en los que experimentamos abandono o la falta de algún ser querido… algunos de nosotros estamos enfrentando unas fiestas de fin de año por primera vez sin alguno de nuestros seres queridos.
Para muchas personas y sus familias las fiestas de fin de año son, como se dice: la navidad es para los niños y el año nuevo es para los grandes… Lo cierto es que muchas de nuestras celebraciones, incluyendo el día de la madre (que en Panamá se celebra el 8 de diciembre); giran en torno al consumo de alcohol.
El consumo de alcohol es visto como una forma de celebrar, tiene muchas connotaciones de fiesta, alegría y brindis… El alcohol es una sustancia que para unas personas es un sinónimo de tristeza. El abuso del consumo de alcohol está asociado a un nivel de intoxicación que en distintos niveles supone un problema grave no solamente a la salud sino a la integridad de la familia.
Vivimos en una cultura donde la familia es importante y a veces no sabemos cómo cuidar esa familia. La familia es importante porque constituye una decisión adulta en la que dos personas eligen construir una historia juntos, en la que ambos se reconocen como el apoyo, el sostén de la otra parte y en sí, la familia es un proyecto de amor. Muchos hacen de ese vínculo y de la construcción de esa familia un lugar seguro para tener hijos, para que crezcan en un ambiente sano y validador.
Para algunas familias las fiestas de fin de año son motivo de discusiones importantes y de decepciones por el abuso del consumo de alcohol. Muchas veces escucho expresiones como “yo no tengo problemas con el alcohol” … “déjame que yo hago lo que me da la gana”. Con certeza estos comentarios indican que estamos ante una situación complicada de negociación en la pareja matrimonial.
Como terapeuta de familia me importa trabajar con estas familias una serie de metas y fomentar algunos valores. La primera meta es el paso del individualismo a lo colectivo. Una persona casada que sale sola, que sale con sus amigos, que “celebra” solo, es una persona que está en una visión del mundo individual, donde él o ella piensa que sus decisiones solo afectan o benefician a sí mismo. No. Estar en pareja, casado (por lo civil o religioso), unidos es el paso de ser solo a estar con alguien más.
Este cambio de forma de pensar hay que trabajarlo, hay que poder tener una experiencia de cómo las acciones individuales afectan a los demás. Muchas familias viven con funciones polarizadas, el hombre trabaja, la mujer cuida del hogar y no toma decisiones. Ambas partes de la pareja tienen que tomar decisiones, las metas de la familia competen a ambos y ambos deben tomarlas: el uso del dinero, dónde se pasan las fiestas, dónde estudiarán los hijos, qué religión tendrán los hijos. Estos acuerdos implican que ambas partes de la pareja logren entender que son decisiones que ambos tienen que estar de acuerdo y cada decisión implica que haya aportes de ambos, consideraciones de ambos y que ambos estén de acuerdo en poderlas lograr.
En algunas familias el disfrute, la forma cómo obtenemos placer o satisfacción de las cosas está dividida: los hombres tienen luz verde para explorar y actuar sobre lo que les gusta (visión individual) y las mujeres les toca la tarea de cuidar a los hijos y el hogar. Este acuerdo deja por fuera una gran cantidad de información importante. Si los hombres creemos que nuestra decisión es la más importante, ¿estamos usando toda la información de la persona que pasa más tiempo con los niños y maneja el gasto del hogar? Esa es una pregunta potente y que nos lleva a pensar que la mejor forma de tomar una decisión es teniendo y compartiendo toda la información que podamos tener.
¿Cómo logramos ese paso de lo individual a lo colectivo, a la pareja? Favoreciendo el tiempo juntos, buscando la compañía de la pareja, compartiendo más las cosas del día a día, incluyéndola en las decisiones, consultándole sobre temas personales o laborales. Cuando intercambiamos información, atención, estamos intercambiando afecto. Cuando ese intercambio lo podemos enmarcar en un clima de respeto, participación, tomar en cuenta, no asumir que una parte sabe más que la otra, no ofender, no insultar, creamos un equipo de trabajo y de amor que es más fuerte ante los retos de la vida y los beneficiados directos son los hijos y las hijas.
Algunas ideas importantes para que reflexionen:
- Pasar de lo individual a lo colectivo.
- Destacar la pareja como lo más importante en la familia
- Si la pareja no es fuerte, no podrá sostenerse en el tiempo
- La pareja es el pilar de la familia
- Hijos sanos crecen de una pareja unida, fuerte y que se comunica
- Promover los espacios en conjunto
- Darnos cuenta que alcohol ni es un valor, ni es una meta, ni promueve bienestar familiar.
- Si usted cree, piensa o sospecha que tiene un problema de alcohol busque ayuda.
En el CAIF, estamos para orientarte y brindarte el apoyo que necesitas. Acércate y Contáctanos.
Escrito por Psic. Rodolfo Justine, Terapeuta de Pareja y Familia.
Clínica de Atención Integral de Farmacodependencia – CAIF